7 de noviembre de 2014

Halloween



Lo sé, lo sé. Halloween ya pasó. Pero es lo que tiene no tener casi un segundo libre para poder dedicar a este blog, al que tengo tanto cariño. 

A pesar de mi rechazo a muchos de los aspectos y costumbres de la cultura americana, debo confesar que no puedo resistirme a Halloween. Será tal vez porque adoro diseñar mis disfraces y maquillaje, e incluso los de otros, y adoptar la personalidad de cualquier criatura oscura y extraña que se me ocurra y, si se da la ocasión, dar algún pequeño susto a los pobre viandantes... 

Pero, para mí, Halloween es algo más. Es la fiesta de los espíritus, los fantasmas, brujas, demonios, y todas las criaturas oscuras, que esperan agazapadas todo el año a que llegue esa noche para exhibir su poder y su fuerza, e invadir el aburrido mundo humano y contagiarnos de su espíritu, haciendo aflorar los aspectos más oscuros y retorcidos de nuestra personalidad, y olvidarnos de la humanidad por unos instantes. 

Y aquí está, aunque ha tenido que esperar para mostrarse en toda su magnificencia. Mi Nosferatu. 

Se trata de una copia del Maestro de Ceremonias de El Circo de los Horrores (espectáculo que recomiendo fervientemente). Este Nosferatu en concreto, ha llenado mi mente de oscuras fantasías, y tal vez también las de algunos inocentes, ya que fue íntegramente realizado en el metro (es muy interesante ver las muy diferentes reacciones de la gente ante el mismo dibujo: desde la extrañeza y el disgusto, hasta la diversión). 

Y así, viajando de estación en estación, trazo a trazo, fue llenando el blanco de su oscuridad, y sus ojos parecían observarme muy hondo, como conociendo todos los recovecos de mi mente y mi alma, casi relamiéndose. Ya veis que me dejo llevar. 

Sin más, aquí lo tenéis. Espero que os guste. A mi me encanta.

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